Pronunciamiento

Amados hermanos, les hacemos llegar el pronunciamiento que como directivos de la R. Asamblea General presentamos; manifestando la postura de la Iglesia Nacional Presbiteriana, ante la resolución de la Suprema Corte de la Nación, en relación a los matrimonios con personas del mismo sexo.

México D.F. julio 22 de 2015

PRONUNCIAMIENTO DE LA IGLESIA NACIONAL PRESBITERIANA DE MÉXICO, A.R. EN RELACIÓN A LA UNIÓN DE PERSONAS DEL MISMO SEXO.

La Iglesia Nacional Presbiteriana de México fiel a los principios que le sustentan y que le han caracterizado durante los más de 140 años que ha acompañado el desarrollo de nuestra amada nación mexicana, pues tanto en su testimonio, como en su organización y en su proclamación se ha caracterizado por vivir en conformidad a las Escrituras bíblicas, las cuales son nuestra única regla infalible, de vida, fe y practica cristiana y suficientes para  conocer al único y verdadero Dios, sus propósitos y su voluntad para nosotros y para toda nación. Cree, sostiene y afirma que las Sagradas Escrituras son el único medio posible y cierto para construir una sociedad con solidez en sus principios fundamentales, que permita crear las condiciones para la edificación de la familia, pilar de la arquitectura de una nación con estructuras sólidas y sanas.

Por lo cual como Iglesia Nacional Presbiteriana de México, siendo congruentes con nuestros principios y el cumplimiento fiel de nuestra misión de ser una luz en medio de la oscuridad que alumbre a la vida plena, no solo de la Iglesia, sino también de la sociedad que nos rodea y de nuestra nación mexicana, a la cual amamos profundamente, de la cual Dios nos ha hecho ciudadanos y en medio de la cual trabajamos en el nombre de Dios a fin de acrecentar su bien común y bienestar social.

Afirmamos que desde nuestro origen hemos establecido como uno de nuestros principios constitutivos que: “La Iglesia Nacional Presbiteriana de México, A.R., reconoce, respeta y observa los preceptos civiles contenidos en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos así como la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, y su Reglamento vigente y demás disposiciones legales; siempre y cuando éstos no contradigan los principios de la Palabra de Dios. Por lo cual, la Iglesia Nacional Presbiteriana de México, A.R., no guardará silencio ante regímenes que expresen pecado, injusticia, explotación, represión, segregación, abuso de autoridad y corrupción, que la Palabra de Dios reprueba categóricamente (Amós 5:24)” (Capítulo 4, Artículo 16, Principio 24 de la Constitución de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México)

Considerando esta altísima responsabilidad moral que tenemos ante nosotros mismos, ante nuestros conciudadanos y nuestras autoridades civiles, estamos convencidos que éste es un momento en que es necesario no guardar silencio, porque nos encontramos ante una “expresión de pecado”, que está siendo legitimado por nuestro gobierno.

En los pasados días, hemos conocido de las iniciativas de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para declarar inconstitucional la definición absoluta del matrimonio que se celebra entre un hombre y una mujer, con tal de declarar inconstitucional cualquier ley que prohíba el matrimonio entre personas del mismo sexo; legitimando así una nueva definición de “Matrimonio” en la que cabe la unión legal entre personas de un mismo sexo con el propósito de formar una “familia” dentro de nuestra sociedad mexicana.

El hecho de que el Estado cumpla con su obligación de garantizar la igualdad de derechos de toda persona y garantice su bienestar, no le faculta para legislar un nuevo concepto de “matrimonio”, contraviniendo un principio coherente con la naturaleza misma de la vida humana: El Matrimonio. Ha sido definido y entendido desde el principio de los tiempos, por lógica natural, la moral colectiva, la historia humana y por el sentido común, como un enlace voluntario y legal de un hombre y un solo hombre, con una mujer y una sola. Definición que como Iglesia Nacional Presbiteriana de México, compartimos como enunciación fiel del verdadero matrimonio y que está respaldado por las Santas Escrituras, que es la Palabra fiel de Dios, cuando dice:

“Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.” (Gen 2:24)

El Señor Jesucristo lo reafirma después: “¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne?” (Mateo 19:4-5)

La enseñanza apostólica también reconoce que el matrimonio es solamente entre un hombre y una mujer: “Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.” (Efesios 5:33).

Así en la enseñanza bíblica no se encuentran argumentos para validar ningún otro modelo de la relación matrimonial que no sea entre un varón y una mujer. También en nuestros símbolos doctrinales se da por entendida esta definición del matrimonio, como por ejemplo en la Confesión de Fe de Westminster (Cap. 24, Inc. A y B) dice:

  1. El matrimonio ha de ser entre un hombre y una mujer; no es lícito para ningún hombre tener más de una esposa ni para una mujer tener más de un marido al mismo tiempo.
  2. El matrimonio fue instituido para la ayuda mutua de esposo y esposa, para multiplicar la raza humana por generación legítima y la iglesia con una simiente santa, y para prevenir la impureza.

Por esto, conforme a: Las enseñanzas de las Escrituras, la autoridad moral que tenemos como Iglesia, la moral colectiva de la sociedad, los elementos naturales de la historia humana y por el principio del bien y el sentido común, queremos expresar nuestro más profundo sentir como cristianos presbiterianos mexicanos ante estas situaciones que vivimos hoy como nación:

 

  1. Refrendamos que la identidad humana Dios la ha establecido creándola en dos sexos solamente: hombre y mujer, masculino y femenino. Reconociendo que conforme a las Escrituras esta sexualidad, como todos los demás aspectos de la existencia humana, se corrompieron por la disrupción del pecado.

 

  1. Identificamos claramente que las prácticas de relaciones entre los sexos iguales desvirtúan la dignidad del hombre y de la mujer, otorgada por Dios en su creación, que estas buscan ser placenteras por actos que contravienen la naturaleza, y que es por una conducta no natural y pecaminosa que han querido llevar esta práctica hasta la legitimación legal, social y familiar de la misma llamándole equivocadamente Matrimonio.

 

  1. Afirmamos que amamos a Dios por encima de todas las cosas, y nos declaramos servidores suyos por sobre toda persona, de modo que estamos conscientes que, en aquellos principios o prácticas que contravienen su santa Palabra, debemos señalar que “obedecemos a Dios antes que a los hombres” y por lo tanto, tenemos el deber de dar a conocer la verdad de Dios y su voluntad, que incluye un amoroso llamado a todo hombre y mujer a que se arrepienta de su pecado y vuelva humildemente su corazón a él, a fin de tener una vida plena.

 

  1. Consideramos nuestro deber primordial ante Dios, ante la sociedad y ante quienes nuestro Dios ha dado la autoridad para el gobierno civil, hacer patente el llamado a conocerle y actuar conforme a la justicia y al bien común, que son conforme a su voluntad para su propio bienestar y el de todos, expresando al mismo tiempo el rotundo y absoluto desacuerdo de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México, ante la legitimización nacional de la unión matrimonial entre personas de un mismo sexo.

 

  1. Conforme a las Escrituras, refrendamos nuestro compromiso de orar por nuestras autoridades civiles y cumplir puntualmente con las leyes establecidas para el buen funcionamiento de nuestro país. Porque creemos que el gobierno civil fue establecido por Dios mismo, para frenar la autodestrucción de la sociedad causada por la condición natural del ser humano, lleno de maldad y rebeldía a Dios.

 

Los verdaderos cristianos en el mundo, tenemos como parámetro de nuestra existencia los principios emanados de las Sagradas Escrituras. Y aunque reconocemos la multiplicidad de interpretaciones, con convicción decimos que no todas ellas son válidas, ni legítimas. Entre estos principios bíblicos, manifiestos y evidentes, está la reprobación del estilo de vida homosexual. Este tipo de relación es considerada como “contra la naturaleza” y una expresión de pecado, pues la Biblia dice: “Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen” (Romanos 1:28)

 

Conforme a las Escrituras y nuestra confesión hacemos patente que toda persona necesita del amor de Dios y de su justicia, y procuraremos hacer a cada hombre y mujer objeto de su amor dándoles a conocer el verdadero y glorioso Evangelio, que no hace acepción de personas, pero que sí, “quiere que todos, en todas partes, se arrepientan” (Hechos 17:30 RVC) y tengan la verdadera plenitud de la vida.

 

Directiva de la R. Asamblea General de la INPM.

 

                 

                 Pte. Pbro. Amador López Hernández                                                     Vice-Pte. Pbro. Danny Ramírez Celis.

 

 

                  Srio. Pbro. Adolfo Arias Job.                                                                      Tesorero. A.I. David Monroy Adame.